jueves, 25 de mayo de 2017

REDES SOCIALES Y SALUD: INFLUENCIA EN PROFESIONALES Y PACIENTES. II.

El Dr. Lawal Bakare es un dentista nigeriano que en julio de 2014, creó la campaña de Twitter @EbolaAlert en un intento de reclutar voluntarios que ayudasen a combatir la epidemia de Ébola que devastaba su país. También pretendía divulgar información precisa, clínica y epidemiológicamente relevante, que ayudase a la población a actuar de forma correcta frente a esta terrible amenaza. Bakare, por ejemplo, proporcionaba información de “cómo enterrar de forma segura y digna un enfermo con Ébola posible o ya confirmado” o facilitaba links que daban acceso a las guías clínicas y de prevención de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En pocos días, @EbolaAlert tenía ya mas de 80.000 seguidores nigerianos (estábamos en 2014), tenía una amplia difusión en Facebook y era seguido también por la población de los países cercanos. Es fácil imaginar el impacto positivo de esta campaña. Sin embargo, también así se permitió divulgar la errónea y desacertada información de que la” ingesta abundante de agua salada protegía a la población del Ébola”: esto ocasionó dos muertes y varios ingresos hospitalarios.


Y es que cuando se valora el impacto de las redes sociales en la salud, parece que, dada la estratosférica magnitud del medio –ya comentada en el blog previo- dicho impacto es inabarcable, al menos desde el punto de vista científico. Da la sensación de que sus efectos, al ser algo imparable, deben ser asumidos sin más. Sin embargo, como hemos visto, el uso de las redes sociales debe ser valorado en todos sus aspectos: incalculable beneficio… pero a la vez un reto para la sociedad, que debe combatir (o encauzar) sus posibles efectos nocivos –letales, a veces, como hemos visto-.


Por ello, de acuerdo con la investigación científica reciente, ¿cuáles son los efectos del uso de las redes sociales, tanto en lo que se refiere a la salud de la población, como la en la relación de ésta con los servicios de salud?


En una revisión sistemática reciente, publicada en 2016, se revisaron 1.743 artículos publicados, de los cuales solo 22 cumplían los criterios de inclusión en el estudio que eran, entre otros: datos experimentales originales, los usuarios de las redes sociales eran pacientes, los efectos de las redes sociales estaban claramente establecidos y el artículo cumplía los criterios de calidad adecuados.
Los autores, tras analizar toda esta información, identificaron siete tipos de “efectos” de las redes sociales en los pacientes:
1. “Empoderamiento” del paciente, definido como un incremento en la capacidad de control eficiente sobre su propia vida, es decir, la posesión de conocimientos, habilidades y conciencia de sí mismo necesarios para identificar y alcanzar sus propios objetivos.
2. Incremento del bienestar subjetivo, ejemplificado en una “mayor aceptación de su enfermedad”, un “descenso de la ansiedad” y un “aumento de la sensación de normalidad”. Esto ha sido detectado en 12 artículos.
3. Sin embargo, en otras 6 publicaciones, se detecta exactamente lo contrario, una disminución de la sensación de bienestar subjetivo, fundamentalmente debida a “desmoralización”, “malestar debido a feedback negativos” e “incremento de la sensación de ansiedad”.
4. Aumento del bienestar psicológico, que se fundamenta en la mayor facilidad para establecer relaciones personales positivas (“sensación de estar conectados con otra gente”), con importante incremento de la percepción de empatía o identificación con otras personas.
5. Incremento del la autonomía y el autocontrol, lo que incide positivamente en la capacidad del paciente para tratar con su enfermedad, lo que está relacionado con la “sensación de estar bien informado”.
6. Pérdida de privacidad, principalmente relacionada con la publicación de contenido audiovisual.
7. Adicción a las redes sociales, especialmente por tener la sensación de descuidar otras tareas por acceder a las mismas.


Tras analizar todos estos datos, los autores concluyen con tres conclusiones:
a) Las redes sociales incrementan el bienestar psicológico de los pacientes. Este efecto es mayor en aquellos con baja autoestima.
b) Las redes sociales, ponen en contacto al paciente con historias similares a la suya, lo que en ocasiones, disminuye la sensación subjetiva de bienestar. Sin embargo, este efecto es menor –e incluso opuesto- si el paciente expresa su estado, lo vierte en la redes, y por el contrario se agudiza si solo se limita a buscar y leer historias similares a la suya.
c) El “empoderamiento” del paciente a causa de las redes sociales “equilibra” la relación con los servicios de salud e incrementa la calidad de las decisiones clínicas.

Me pregunto si estas conclusiones, tan heterogéneas, son aplicables a todas las sociedades; me pregunto si cada sociedad tiene una respuesta diferente a la relación de las redes sociales y la salud; y me pregunto qué medidas pueden mejorar u optimizar esta respuesta.


Bibliografía.
1. Carter M. Medicine and the media: How Twitter may helped Nigeria contain Ebola. Br Med J. 2014; 349-50.


2. Smailhodzic E, Hooijsma W, Boonstra A, Langley DJ. Social media use in healthcare: A systematic review of effects on patients and on their relationship with healthcare professionals. BMC Health Services Research. 2016; 16:442.

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