miércoles, 31 de mayo de 2017

REDES SOCIALES Y SALUD: INFLUENCIA EN PROFESIONALES Y PACIENTES. III.

Excluyendo el uso personal y privado no relacionado con la sanidad,

¿Para qué y cómo usan las redes sociales los profesionales de la salud?


Si revisamos la literatura científica, no hay muchas publicaciones que aborden este tema. La sensación es que los profesionales, frecuentemente, se unen a comunidades online donde pueden acceder a nuevos artículos, escuchar e intercambiar información con expertos, estar al día en investigaciones y técnicas novedosas y consultar casos complejos con otros colegas.
Se comparten ideas, experiencia e investigaciones, a la vez que los profesionales se dan a conocer como tales en su entorno y en el entorno del paciente, con todo lo que esto puede implicar tanto en su prestigio profesional como en el desarrollo e implementación de su actividad privada. De hecho, está creciendo el número de profesionales que contactan con sus pacientes a través de las redes sociales para fomentar y optimizar su actividad clínica.

Un artículo relativamente reciente, publicado en la revista P&T, analiza el acceso de los profesionales de la salud a las Redes Sociales. Aparte de redes sociales “generales”, tales como Facebook , Twitter y en especial la muy profesional Linkedin (la red social profesional más utilizada), existen redes sociales muy focalizadas en temas médicos, de menor difusión en nuestro entorno, a menudo muy exclusivas, de acceso limitado incluso a otros colectivos médicos:

+ Sermo” es una red social solo para médicos que tiene la peculiaridad de ser totalmente anónima. La exclusividad y el anonimato hacen que, como se afirma en su web, sea un sitio en el que se discute sobre la “medicina real”, es una red “segura, divertida y relajante” en la que los médicos –que se identifican bajo un pseudónimo- pueden compartir sus miedos, inquietudes o reflexiones auténticas sobre su profesión. Actualmente cuenta con más de 600.000 miembros, en todo el mundo, incluida España.


+ “Doximity” está abierta a médicos y estudiantes de medicina y está implantada solo en EE.UU. Está fundamentada en bases de datos institucionales. En ella se debaten casos clínicos, se pueden obtener on-line créditos para formación continuada o realizar búsquedas de información laboral (comparar salarios, ofertas de empleo). Aunque solo el 12% de los médicos estadou
nidenses son miembros activos, casi el 100% reciben mensajes electrónicos a través de esta red social.


       
     + El Medical Directors Forum es una red social específica para gestores médicos. Incluye foros de discusión, biblioteca on-line y grupos de trabajo on-line dedicados a temas específicos: gestión hospitalaria, salud laboral, política sanitaria, etc.


            + Otra red social específica es QuantiaMD, con acceso para los usuarios registrados (previo pago) a miles de charlas y presentaciones dadas por expertos, créditos de formación continuada, discusión sobre casos clínicos difíciles, etc.

            + Doctors´Hangout es una red social más focalizada en los medios audiovisuales, presentaciones, etc. en la los miembros se agrupan por materias muy variadas, desde temas clínicos, hasta entretenimiento o humor (mascotas, cine, humor médico…). Es muy frecuentada por médicos jóvenes o estudiantes.

 



La utilidad y el impacto estas redes sociales sobre los profesionales todavía no puede ser evaluado, al menos de forma científica, y aún menos en nuestro entorno, donde la implantación de estas redes específicas entre los profesionales es menor. A esto hay que añadir, que los profesionales sanitarios, además, van a hacer un uso “privado o profesional” de las demás redes sociales (blogs, Twitter, Instagram…). La oferta es infinita. Pero el tiempo no lo es.



Bibliografía.
1. Ventola L. Social media and Health Care Profesionals. P&T. 2014; 39 (7):491-520.


jueves, 25 de mayo de 2017

REDES SOCIALES Y SALUD: INFLUENCIA EN PROFESIONALES Y PACIENTES. II.

El Dr. Lawal Bakare es un dentista nigeriano que en julio de 2014, creó la campaña de Twitter @EbolaAlert en un intento de reclutar voluntarios que ayudasen a combatir la epidemia de Ébola que devastaba su país. También pretendía divulgar información precisa, clínica y epidemiológicamente relevante, que ayudase a la población a actuar de forma correcta frente a esta terrible amenaza. Bakare, por ejemplo, proporcionaba información de “cómo enterrar de forma segura y digna un enfermo con Ébola posible o ya confirmado” o facilitaba links que daban acceso a las guías clínicas y de prevención de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En pocos días, @EbolaAlert tenía ya mas de 80.000 seguidores nigerianos (estábamos en 2014), tenía una amplia difusión en Facebook y era seguido también por la población de los países cercanos. Es fácil imaginar el impacto positivo de esta campaña. Sin embargo, también así se permitió divulgar la errónea y desacertada información de que la” ingesta abundante de agua salada protegía a la población del Ébola”: esto ocasionó dos muertes y varios ingresos hospitalarios.


Y es que cuando se valora el impacto de las redes sociales en la salud, parece que, dada la estratosférica magnitud del medio –ya comentada en el blog previo- dicho impacto es inabarcable, al menos desde el punto de vista científico. Da la sensación de que sus efectos, al ser algo imparable, deben ser asumidos sin más. Sin embargo, como hemos visto, el uso de las redes sociales debe ser valorado en todos sus aspectos: incalculable beneficio… pero a la vez un reto para la sociedad, que debe combatir (o encauzar) sus posibles efectos nocivos –letales, a veces, como hemos visto-.


Por ello, de acuerdo con la investigación científica reciente, ¿cuáles son los efectos del uso de las redes sociales, tanto en lo que se refiere a la salud de la población, como la en la relación de ésta con los servicios de salud?


En una revisión sistemática reciente, publicada en 2016, se revisaron 1.743 artículos publicados, de los cuales solo 22 cumplían los criterios de inclusión en el estudio que eran, entre otros: datos experimentales originales, los usuarios de las redes sociales eran pacientes, los efectos de las redes sociales estaban claramente establecidos y el artículo cumplía los criterios de calidad adecuados.
Los autores, tras analizar toda esta información, identificaron siete tipos de “efectos” de las redes sociales en los pacientes:
1. “Empoderamiento” del paciente, definido como un incremento en la capacidad de control eficiente sobre su propia vida, es decir, la posesión de conocimientos, habilidades y conciencia de sí mismo necesarios para identificar y alcanzar sus propios objetivos.
2. Incremento del bienestar subjetivo, ejemplificado en una “mayor aceptación de su enfermedad”, un “descenso de la ansiedad” y un “aumento de la sensación de normalidad”. Esto ha sido detectado en 12 artículos.
3. Sin embargo, en otras 6 publicaciones, se detecta exactamente lo contrario, una disminución de la sensación de bienestar subjetivo, fundamentalmente debida a “desmoralización”, “malestar debido a feedback negativos” e “incremento de la sensación de ansiedad”.
4. Aumento del bienestar psicológico, que se fundamenta en la mayor facilidad para establecer relaciones personales positivas (“sensación de estar conectados con otra gente”), con importante incremento de la percepción de empatía o identificación con otras personas.
5. Incremento del la autonomía y el autocontrol, lo que incide positivamente en la capacidad del paciente para tratar con su enfermedad, lo que está relacionado con la “sensación de estar bien informado”.
6. Pérdida de privacidad, principalmente relacionada con la publicación de contenido audiovisual.
7. Adicción a las redes sociales, especialmente por tener la sensación de descuidar otras tareas por acceder a las mismas.


Tras analizar todos estos datos, los autores concluyen con tres conclusiones:
a) Las redes sociales incrementan el bienestar psicológico de los pacientes. Este efecto es mayor en aquellos con baja autoestima.
b) Las redes sociales, ponen en contacto al paciente con historias similares a la suya, lo que en ocasiones, disminuye la sensación subjetiva de bienestar. Sin embargo, este efecto es menor –e incluso opuesto- si el paciente expresa su estado, lo vierte en la redes, y por el contrario se agudiza si solo se limita a buscar y leer historias similares a la suya.
c) El “empoderamiento” del paciente a causa de las redes sociales “equilibra” la relación con los servicios de salud e incrementa la calidad de las decisiones clínicas.

Me pregunto si estas conclusiones, tan heterogéneas, son aplicables a todas las sociedades; me pregunto si cada sociedad tiene una respuesta diferente a la relación de las redes sociales y la salud; y me pregunto qué medidas pueden mejorar u optimizar esta respuesta.


Bibliografía.
1. Carter M. Medicine and the media: How Twitter may helped Nigeria contain Ebola. Br Med J. 2014; 349-50.


2. Smailhodzic E, Hooijsma W, Boonstra A, Langley DJ. Social media use in healthcare: A systematic review of effects on patients and on their relationship with healthcare professionals. BMC Health Services Research. 2016; 16:442.

miércoles, 24 de mayo de 2017

¿Profesionalización de la gestión?



¿Es necesaria la profesionalización de la gestión?
En la última visita a la Escuela Andaluza de Salud Pública, surgió en varias ocasiones esta pregunta.
Tanto en un desayuno informal, como ya posteriormente en clase, se sacó el tema a la palestra.
En esta entrada me gustaría exponer mi opinión ya que es un tema que considero bastante importante. Es algo a tener en cuenta y sobre lo que se debe meditar para saber hacia dónde queremos ir, cuál es el tipo de organización que queremos construir y qué tipo de directivos buscar.

Lo primero a tener en cuenta, y como bien comentó Tomas Urda durante la mesa redonda, es definir qué entendemos realmente por “profesionalización”. Buscando su significado literal en el Diccionario de la Real Academia Española, es “ la acción y efecto de profesionalizar” (no dice mucho…) Ahondando un poco más, la profesionalización se considera el “proceso social por el cual se mejoran las habilidades de una persona para hacerla competitiva en términos de su profesión u oficio”- esta ya me gusta más. Esta definición habla de proceso y de habilidades. Aunque yo iría más allá…

Desde mi punto de vista, por profesionalización entiendo el proceso por el que se adquieren una serie de conocimientos, habilidades y competencias que habilitan para el desempeño de un trabajo. El quid de la cuestión es ¿como se miden esos conocimientos, habilidades y competencias? ¿sólo por titulación académica? ¿un máster? ¿experiencia laboral?

Desde muy jovencita me interesa el mundo de la gestión. Estudié enfermería por vocación, y ya a mis veintipocos años quería ser parte proactiva de la organización, ser constructiva ante aspectos que no me gustaban y consideraba que debían ser diferentes. Esto me llevó a estudiar, ¡y mucho! A prepararme para el día de mañana poder ser parte decisora de todo aquello que quería cambiar. Buscaba mi profesionalización de la gestión. Aun la busco.

A pesar de ser licenciada en Administración y Dirección de Empresas, entiendo que un título no es lo único que te habilita a dedicarte a ello. Creo que es posible adquirir esos conocimientos a otro nivel formativo; pero eso sí, siempre con formación. Un buen gestor puede ser un clínico (médico o enfermero) o un economista, el “hábito no hace al monje”, e independientemente cual sea tu profesión “base” se pueden tener cualidades excelentes para desempeñar un puesto de responsabilidad. Lo importante es querer mejorar y aportar a la organización.

Otro punto de debate interesante y que ha estado últimamente en las noticias (aquí y aquí), es la imposibilidad por imperativo legal de un enfermero a ser Director de una Unidad de Gestión.
El tema ha generado controversia, incluso encuestas online (aquí), que por cierto, caen a favor del diplomado. En mi opinión y haciendo alusión a todo lo comentado antes, no por ser enfermero se está menos capacitado para tal fin, partiendo de la base que tanto uno (médico) como otro (enfermero) deben realizar una formación específica complementando a la propia clínica. Todo lo demás es lucha de poder y no capacitación propiamente dicha. Ahí lo dejo para otro post, que da para mucho...

En definitiva, profesionalización sí, pero desde la perspectiva de la formación, no de la categoría profesional.

lunes, 15 de mayo de 2017

¿Y si nos quisieran quitar la plaza por un error ajeno?


En busca de redactar una entrada interesante en cuanto a formación y gestión sanitaria, me he topado con esta peculiar entrada en el blog sobre derecho sanitario y función pública: http://derechosanitarioyfuncionpublica.blogspot.ca/2016/01/y-si-nos-quieren-quitar-la-plaza-por-un.htmly no he podido evitar (ya sabéis mi perfil jurídico...) compartirla con vosotros: 

"Imaginemos que superamos las fases de oposición y concurso de un proceso selectivo y obtenemos, en buena lid, una plaza, de la que tomamos posesión. Estamos satisfechos porque hemos logrado nuestro objetivo aunque el tribunal de las pruebas no hubiera valorado todos los méritos que habíamos hecho valer y que sólo reclamamos en vía administrativa porque, de buena fe, confiamos en que todo se ha hecho de forma correcta.

Ahora, supongamos que, transcurridos varios años, se nos comunica que somos desposeídos de la plaza porque, a raíz de una demanda de otro aspirante, la Administración reconoce, en vía judicial, que, efectivamente, se había cometido un error en la valoración de nuestros méritos y que ese compañero suma más puntos que nosotros.

La incredulidad, el disgusto y el lógico enfado serían mayúsculos, y, quizás, hasta nos reprocharíamos no haber seguido peleando por aquellos méritos que no nos fueron valorados.

Pero, ante semejante situación, ¿sería justo que perdiéramos la plaza y que, de hecho, ni siquiera pudiéramos hacer valer aquellos otros méritos?

Este es, exactamente, el escenario al que se enfrenta, y resuelve, el Tribunal Supremo en una importantísima Sentencia de fecha 16 de noviembre de 2015 (documento), que revoca la dictada en un primer momento por el Tribunal de Justicia de Andalucía.

El Tribunal andaluz estimó la demanda presentada por un aspirante (aspirante “A”) que denunciaba la comisión de un error en la valoración de los méritos de otro (aspirante “B”) que había obtenido plaza. La Administración (Junta de Andalucía) reconoció la comisión de ese error, lo que conllevó que “B” fuera desposeído de la plaza.

El aspirante desposeído intentó hacer valer en ese procedimiento judicial los méritos que había reclamado durante el proceso de selección, a lo que el Tribunal andaluz se opuso al entender, primero, que ese no era el objeto del pleito y que, además, había consentido esa negativa.

Pues bien, el Tribunal Supremo censura esa decisión del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía de no valorar los méritos que “B” hizo valer en el proceso de selección pero que no siguió reclamando porque los que sí le fueron baremados le permitieron acceder a una plaza. Y lo hace con los siguientes argumentos:

“No parece coherente ni con los principios de seguridad jurídica ni con el derecho a defenderse, ni en último extremo con los principios de mérito y capacidad invocados en los motivos de casación, que no se le permita hacer valer esos méritos que dice indebidamente no se le valoraron cuando la ventaja de la que gozaba y que le permitió ser nombrada funcionaria se le retira años más tarde. En este sentido, no compartimos el juicio expresado en la sentencia que limita el objeto del proceso contencioso-administrativo a la pretensión formulada en la demanda pues conduce a una solución que no es justa.
De ahí que deba precisarse que el examen jurisdiccional no debe agotarse en determinar si, efectivamente, se mantuvo la puntuación que inicialmente se le dio a la aspirante “B” por su experiencia profesional previa una vez que se le reconoció que debía puntuarse por otro apartado del baremo, sino que debe extenderse también a si procede o no la valoración de los cursos de formación alegados. Así debe ser porque la privación de la ventaja de la ahora recurrida ha alterado sustancialmente los presupuestos determinantes del resultado del proceso selectivo a los cuales ajustó su conducta.”

Y no sólo eso. Porque el Tribunal Supremo no sólo ordena la retroacción de las actuaciones para que la Administración valore esos otros méritos que “B” hizo valer en el proceso selectivo (aunque no los hubiera reclamado posteriormente) sino que resuelve lo siguiente:
“…de ser finalmente la puntuación definitiva de la aspirante “B” inferior a la de la aspirante “A”, se deberá reconocer el derecho de ésta última a su nombramiento como funcionaria con todos los efectos desde que se produjeron para los demás aspirantes nombrados en su día. Y, también, para ese caso, la Administración habrá de considerar respecto de la situación de la aspirante “B” cuanto hemos dicho respecto de quienes, años después de concluir el correspondiente proceso selectivo y haber sido nombrados funcionarios de carrera o personal estatutario fijo, ven sus nombramientos anulados como consecuencia de recursos interpuestos por otros aspirantes y sin que quepa reprocharles la causa de la anulación de la actuación administrativa”.

¿Y qué tiene dicho el Tribunal Supremo en estos casos?

wikipedia

En su sentencia de 18 de enero de 2012 (casación 1073/2009) dijo que en lo posible debe respetarse el derecho de los aspirantes que, tras varios años, son desposeídos de sus plazas;
En las Sentencias de 17 de junio de 2014 (casación 1150/2013), 24 y 29 de septiembre de 2014 ( casación 2467 y 2428/2013 ), las dos de 8 de octubre de 2014 (casación 2457 y 2458/2013), de 15 de diciembre de 2014 ( casación 2459/2013 ) y de 22 de abril de 2015 (casación 2460/2013 )hemos confirmado la decisión de la Sala de instancia de mantener como funcionarios a quienes se hallaban en tal situación; y hemos seguido directamente ese criterio en la sentencia de 29 de junio de 2015 (casación 438/2014 ), por entender que así lo exigen consideraciones de seguridad jurídica, buena fe y de equidad, de obligada observancia por el valor que los artículos 9.3 de la Constitución y 3.2 y 7.1 del Código Civil les atribuyen de principios jurídicos o de elementos de necesaria ponderación en toda labor de interpretación y aplicación normativa”.

En consecuencia, para tranquilidad de los empleados públicos, el Tribunal Supremo está apostando por no desposeer de sus plazas a quienes las obtuvieron en buena lid."


Rápido, toma una decisión!!!



Cada uno de los pasos que damos en nuestra vida se produce por un proceso de toma de decisiones. No hay actividad, acción o situación que no suponga o nos someta a un proceso de toma de decisiones. A poco que pensemos, nos daremos cuenta de que esto es así, decidimos como hacer o como no hacer, por donde ir, qué comer y qué no, qué leer, qué escribir… etc. Si bien, nos surgen dudas (en ciertos momentos “miedos”) de si  habrá sido muy rápida mi toma de decisión y ello conlleve un mayor porcentaje de error.

Os paso un artículo muy interesante escrito por José de la Maza, profesor de Modelos para la Toma de Decisiones (ESIC Málaga) que comienza con con unas bonitas palabras del Papa Francisco I:

[…] Yo desconfío de las decisiones tomadas improvisadamente. Desconfío de mi primera decisión, es decir, de lo primero que se me ocurre hacer cuando debo tomar una decisión. Suele ser un error. Hay que esperar, valorar internamente, tomarse el tiempo necesario. […]". Papa Francisco I.

"En este siglo XXI de la velocidad, la transparencia y el conocimiento inmediato, tomar buenas decisiones sigue siendo una capacidad clave para cualquier profesional. Todos conocemos ejemplos de profesionales que toman buenas decisiones de forma habitual, aunque eso no les exima de cometer errores como cualquier ser humano. También podemos pensar con toda seguridad en profesionales que deciden rápido, de forma casi automática, como norma habitual.

En los últimos años se ha profundizado enormemente en el conocimiento de la actividad cerebral y se han desarrollado “nuevas ciencias”, como el neuromanagement (consiste en aplicar la neurociencia a la gestión empresarial, estudiando todos los procesos neurofisiológicos que intervienen en la toma de decisiones + info :http://www.institutoneuroart.org/events/seminario-neuromanagement/) y la economía conductual o del comportamiento, con una gran difusión gracias a libros que se han convertido en auténticos superventas.

Así, según nos explica el primer Nobel en Economía no economista, Daniel Kahneman, existen en nuestro cerebro dos sistemas interdependientes para organizar el conocimiento a los que llama “sistema 1″ y “sistema 2″. El sistema 1 es rápido y lo utilizamos para reconocer rostros, imágenes o frases. Las decisiones con base al sistema 1 son intuitivas. El sistema 2 es el proceso racional y voluntario de ‘darle vueltas a un tema’, analizar sus pros y contras y tomar una decisión en base al análisis más o menos crítico de hechos y evidencias. Pero el sistema 2 es lento y más vago que el sistema 1, que es el sistema por defecto, ya que nuestro cerebro está organizado para economizar pensamientos. Cuesta, por tanto, activarlo, y hacerlo funcionar de forma efectiva requiere tiempo y voluntad.

Por tanto, hoy sabemos que la decisión rápida es intuitiva y está a cargo principalmente del sistema 1. Esto no quiere decir que debamos aplicar el proceso racional, lento y elaborado, de toma de decisiones a todas las decisiones que afrontamos. Cada vez es más importante separar las decisiones en aquellas sistemáticas, con mucha información y recurrentes, que podemos dejar a nuestro sistema 1 resolver fácilmente y aquellas que precisan más reflexión y, por ende, tiempo. Igualmente, será útil conocer nuestro perfil decisor: ¿somos personas reflexivas y nos cuesta tomar decisiones inmediatas o, al contrario, y lo que nos cuesta es pararnos y analizar alternativas en profundidad?

Dar más valor al tiempo en nuestros procesos de toma de decisiones nos permitirá hacer trabajar al sistema 2. El clásico ‘consultar con la almohada’ nos permite tener claridad mental para tomar la mejor decisión, ya que está comprobado que nuestra actividad cerebral continúa durante la noche, así como el papel clave del sueño y el descanso para rendir profesionalmente. Responder excesivamente rápido a cualquier cuestión nos convierte en seres reactivos, y difícilmente añadiremos todos los factores relevantes a la decisión que, sin duda, surgirán con algo de tiempo, reflexión y claridad mental.


Con tantas decisiones que tomar en nuestro día a día aprender a priorizarlas y tomarlas de forma efectiva es clave para el éxito profesional, pero también puede serlo para nuestra felicidad personal."

Espero que no solo os haya gustado, sino que dichas instrucciones seáis capaces de aplicarlas en la difícil tarea de la toma de decisiones.