Es
curioso, pero en los últimos días en diferentes medios he leído la
palabra miedo refiriéndose a las redes sociales, Internet, o
“sobre-exposición” a la información y opinión pública.
Es
algo que más de una vez he debatido en reuniones de amigos o
trabajo, donde te cuestionas si puede ser positivo o negativo el uso
de las nuevas tecnologías en el sector salud, tanto para aplicación
con pacientes como en el aspecto laboral.
Evidentemente
el abanico es muy amplio, ¡no iba a ser tan fácil!.
Desde
mi humilde opinión, las redes sociales son una ventaja a explotar.
Por ejemplo, no llevo mucho tiempo conectada a twitter pero ha sido
un descubrimiento para mí, una revelación, un nuevo mundo donde la
información fluye. ¡Es un ente vivo!
Ya
no existe el aburrimiento, siempre hay noticias nuevas, artículos
interesantes, opiniones, discusiones...lo que te apetezca en todo
momento, y lo más importante, “es
una herramienta esencial de aprendizaje y conocimiento”.
Esto está sacado literalmente del artículo de Miguel Ángel Mañez
del Diario
Médico: ¿Dos
punto miedo? Para
quién no lo conozca, Miguel Ángel es Director de RRHH del Hospital
de Fuenlabrada. Me he vuelto fiel seguidora suya
en
el último año, he de confesarlo,
y lo descubrí gracias a Twitter.
En
su entrada explica
de forma muy clara los pros y contras, y de nuevo me veo totalmente
identificada. Dentro de los aspectos positivos que
expone del uso de esta red social están
las conexiones
que se generan.
Te explica cómo desde que está “enganchado” ha aprendido tanto
de diabetes,
de atención primaria, de geriatría, de investigación, de cuidados
enfermeros, de recursos humanos, de big
data o
de
innovación... ¡ahí
es nada! Realmente es un espacio colaborativo, donde exponemos cada
cual lo que conocemos o encontramos interesante y que puede
enriquecer a los demás.
Después
está la posibilidad de conversación, de generar debate,
análisis de artículos, ideas...y de forma instantánea, !me parece
simplemente genial¡
Y
claro, tanta ventaja tiene que tener algún inconveniente: “alto
nivel de exposición, el riesgo de medir mal las palabras, o la
facilidad para conocer la vida privada de cualquier usuario”. Ahí
estoy totalmente de acuerdo; muestras tus pensamientos y opiniones, y
se puede volver en tu contra si en un momento dado estás
desafortunado.
Todo
esto es hablando desde la posible
influencia
en
el ámbito laboral, pero ¿y desde la perspectiva
del
paciente? ¿serían útiles las redes sociales o aplicar las nuevas
tecnologías? Rotundamente sí. Queramos o no, cuando un paciente
recibe un diagnóstico, lo primero que instintivamente hace es buscar
más información, opiniones, casos similares, en definitiva más
orientación de la que en un momento dado se le ha facilitado y no
termina de saciarle. Con respecto a esto, leí hace unos días una
entrada en el blog SobreviviRRHHé, en la que el autor exponía algo
que me pareció realmente sensato: ¿Y
si recetáramos links en lugar de meter miedo a los pacientes?
Tan sencillo como eso, orientar en la búsqueda de información.
Queramos o no, es algo a la orden del día, y hay información en la
red de todo tipo que sí que puede confundir e incluso alarmar a los
pacientes. Me parece una idea genial la de explicar dónde localizar
información fiable y de calidad y no “meter miedo” en el cuerpo
a “caer en las garras del temible doctor Google”. Si como bien
dice el autor, recetamos links, nos aseguramos que la información
que llegue sea de calidad.
“Sois
vosotros, mejor que nadie, quienes podéis ayudar a vuestros
pacientes a complementar (que no sustituir) la información que les
habéis dado y ponerse en contacto con otros pacientes que ya han
vivido la misma situación”.
Esto
a mi parecer, crea un nuevo reto, una nueva perspectiva en el trato y
tratamiento del paciente donde nosotros los profesionales nos tenemos
que poner las pilas para estar a la altura, para estar al día.
Si
en los tiempos que corren no estás en las redes sociales, no pasa
nada, claro está, pero te pierdes un mundo lleno de información,
que te enriquece y aporta diferentes puntos de vista, que cambia de
forma vertiginosa. En resumen, pierdes oportunidad de desarrollo,
pero ¿y lo que pueden perder tus pacientes?
Sin duda se trata de un tema apasionante. Sin embargo, que no nos pierda la euforia. Aún a riesgo de ser agorero (es decir, retrógrado), a veces, es mejor no confundir el "miedo" con el análisis prudente. Es indudable que las redes sociales son beneficiosas, muy beneficiosas... pero esto no debe limitarnos una valoración crítica y potencialmente perjudicial. Es sociológicamente difícil de negar que un paciente oncológico, por ejemplo, puede verse desbordado por tanta información, a veces sobrepasado, de angustia o incertidumbre. En ello influirán miles de factores, desde su entorno familiar y social, hasta aspectos como su edad, hábitos de lectura o profesión. Por ello, quizá debamos ser prudentes. El punto clave, como dices, es "recetar un link"... pero, creo, la mayoría de las búsquedas no son "recetadas"... igual un control o "acreditación" fácil de identificar, bien señalizada y publicitada de los sitios web que cumplan criterios de calidad sanitaria y honestidad científica sería una opción por la que apostar en el futuro.
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