miércoles, 29 de marzo de 2017

Rectificar es de sabios

Por todos es conocida la polémica existente en Granada tras su fusión hospitalaria con la creación de plataformas ciudadanas que se han expandido a lo largo de toda Andalucía, principalmente Sevilla, Málaga, y Huelva. 

Desde el pasado mes de mayo cuando comienzan a crearse plataformas ciudadanas en defensa de la sanidad granadina, la Consejería de Salud ha estado en continua observación llegando incluso a forzar la dimisión del gerente del SAS y del viceconsejero de Salud para calmar las voces de las multitudes. Y yo me pregunto, ¿habrán aprendido algo de todo lo ocurrido?... Se han reconocido algunos errores cometidos como las "deficiencias" en Urgencias, en las listas de espera y la "insuficiente" comunicación con los profesionales para defender el modelo de fusión hospitalaria (ver noticia aquí). Solo reconocerlos no implica aprendizaje, pero bueno, es un punto de partida necesario...

Al hilo de este tema, hace unos días, alguien del curso de experto que actualmente estoy realizando, cuelga una noticia que me llama la atención : “Las diez claves del nuevo modelo hospitalario”. Lo primero que puede leerse es que nace fruto del acuerdo de la “Junta de Andalucía y de las Plataformas de trabajadores de los Hospitales y Granada por su salud”- ¡bien, vamos bien!- pero seguidamente nos dice que el nuevo modelo poco difiere del que había en la capital antes de la derogada fusión -eso ya me gusta menos… Manteniendo las distancias, ya que Granada no es mi ciudad de residencia y desconozco en profundidad los centros de los que habla, no me resulta muy lógico “volver a lo de antes” sin cambios más o menos sustanciales, principalmente por la inversión acontecida. Da la sensación de servilismo por parte de la Junta.

Y claro, no iba yo muy desencaminada cuando poco después leo el siguiente artículo: “La Junta se abona al conflicto cero en sanidad y educación” Suena a ¡¡barra libre para todos!!, ¡¡pedid y se os concederá!! Susana Díaz no quiere ruidos en Andalucía (no es ser mal pensada, es ser realista con una situación que pedía a gritos atención por parte de la Junta de Andalucía, y su actual proyección nacional). Este es el punto en el que me planteo si realmente se ha aprendido de los errores ocurridos en Granada, o ¿todo es una limpieza de fachada por silenciar clamores sociales regionales? Y entonces, es cuando leo otra noticia esperanzadora: “Arranca el grupo técnico encargado del diseño hospitalario, pero se descarta el megahospital” Y ahora sí, en mi ciudad…

Esto ya se parece más a un aprendizaje asumido e interiorizado -sé que es muy optimista por mi parte, pero en algo hay que creer ¿no?- Con la creación de este grupo técnico formado por una quincena de destacados profesionales de la sanidad pública malagueña, se pretende dar forma al proyecto y plan funcional del que será el nuevo Hospital Regional de Málaga. !Así sí! Al menos se parte de la opinión e implicación de los profesionales, pata muy importante para que un proyecto de esa envergadura salga adelante.

La siguiente duda y quid de la cuestión es, ¿se tendrá en un futuro en cuenta la opinión de los ciudadanos para evitar un nuevo “efecto Spiriman” a la malagueña? Ahí lo dejo...


martes, 14 de marzo de 2017

Miedo en las redes sociales


Es curioso, pero en los últimos días en diferentes medios he leído la palabra miedo refiriéndose a las redes sociales, Internet, o “sobre-exposición” a la información y opinión pública.
Es algo que más de una vez he debatido en reuniones de amigos o trabajo, donde te cuestionas si puede ser positivo o negativo el uso de las nuevas tecnologías en el sector salud, tanto para aplicación con pacientes como en el aspecto laboral.
Evidentemente el abanico es muy amplio, ¡no iba a ser tan fácil!.
Desde mi humilde opinión, las redes sociales son una ventaja a explotar. Por ejemplo, no llevo mucho tiempo conectada a twitter pero ha sido un descubrimiento para mí, una revelación, un nuevo mundo donde la información fluye. ¡Es un ente vivo!

Ya no existe el aburrimiento, siempre hay noticias nuevas, artículos interesantes, opiniones, discusiones...lo que te apetezca en todo momento, y lo más importante, es una herramienta esencial de aprendizaje y conocimiento”. Esto está sacado literalmente del artículo de Miguel Ángel Mañez del Diario Médico: ¿Dos punto miedo? Para quién no lo conozca, Miguel Ángel es Director de RRHH del Hospital de Fuenlabrada. Me he vuelto fiel seguidora suya en el último año, he de confesarlo, y lo descubrí gracias a Twitter.
En su entrada explica de forma muy clara los pros y contras, y de nuevo me veo totalmente identificada. Dentro de los aspectos positivos que expone del uso de esta red social están las conexiones que se generan. Te explica cómo desde que está “enganchado” ha aprendido tanto de diabetes, de atención primaria, de geriatría, de investigación, de cuidados enfermeros, de recursos humanos, dbig data o de innovación... ¡ahí es nada! Realmente es un espacio colaborativo, donde exponemos cada cual lo que conocemos o encontramos interesante y que puede enriquecer a los demás.
Después está la posibilidad de conversación, de generar debate, análisis de artículos, ideas...y de forma instantánea, !me parece simplemente genial¡
Y claro, tanta ventaja tiene que tener algún inconveniente: “alto nivel de exposición, el riesgo de medir mal las palabras, o la facilidad para conocer la vida privada de cualquier usuario”. Ahí estoy totalmente de acuerdo; muestras tus pensamientos y opiniones, y se puede volver en tu contra si en un momento dado estás desafortunado.

Todo esto es hablando desde la posible influencia en el ámbito laboral, pero ¿y desde la perspectiva del paciente? ¿serían útiles las redes sociales o aplicar las nuevas tecnologías? Rotundamente sí. Queramos o no, cuando un paciente recibe un diagnóstico, lo primero que instintivamente hace es buscar más información, opiniones, casos similares, en definitiva más orientación de la que en un momento dado se le ha facilitado y no termina de saciarle. Con respecto a esto, leí hace unos días una entrada en el blog SobreviviRRHHé, en la que el autor exponía algo que me pareció realmente sensato: ¿Y si recetáramos links en lugar de meter miedo a los pacientes? Tan sencillo como eso, orientar en la búsqueda de información. Queramos o no, es algo a la orden del día, y hay información en la red de todo tipo que sí que puede confundir e incluso alarmar a los pacientes. Me parece una idea genial la de explicar dónde localizar información fiable y de calidad y no “meter miedo” en el cuerpo a “caer en las garras del temible doctor Google”. Si como bien dice el autor, recetamos links, nos aseguramos que la información que llegue sea de calidad.


Sois vosotros, mejor que nadie, quienes podéis ayudar a vuestros pacientes a complementar (que no sustituir) la información que les habéis dado y ponerse en contacto con otros pacientes que ya han vivido la misma situación”.



Esto a mi parecer, crea un nuevo reto, una nueva perspectiva en el trato y tratamiento del paciente donde nosotros los profesionales nos tenemos que poner las pilas para estar a la altura, para estar al día.
Si en los tiempos que corren no estás en las redes sociales, no pasa nada, claro está, pero te pierdes un mundo lleno de información, que te enriquece y aporta diferentes puntos de vista, que cambia de forma vertiginosa. En resumen, pierdes oportunidad de desarrollo, pero ¿y lo que pueden perder tus pacientes?


GESTION CLÍNICA EN CIRUGÍA: NUEVA GUÍA CLÍNICA DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CIRUJANOS.

Ya está disponible la 2ª edición de la Guía Clínica para Gestión Clínica en Cirugía, coordinada por la Asociación Española de Cirujanos (AEC). Los directores de esta guía han mejorado y actualizado la obra publicada en 2005, en su primera edición y que también fue auspiciada por la Sección de Gestión de Calidad, inserta en la AEC. Durante estos, más de 10 años, como afirman los autores, “la crisis económica iniciada en el año 2008, que tanto ha afectado a nuestro país, especialmente a la política sanitaria, ha reafirmado con más vigor, si cabe, la necesidad de que cualquier facultativo que trabaje en el sector público tenga una formación en gestión clínica, ya que lamentablemente esta no se imparte en las facultades de Medicina”.

Es un lujo para un cirujano, poder disfrutar, dentro de su principal Sociedad Científica, de un grupo de profesionales, tanto expertos en gestión o salud pública como cirujanos con especial interés en este área, que trabaje para ofrecer una perspectiva general de la Gestión Clínica, revestida de un “tinte quirúrgico” que resalte sus matices y que la diferencie –o no- del resto de la actividad sanitaria.
La Sección de Calidad de la AEC es una sección transversal que coordina e impulsa proyectos de mejora de la calidad, en estrecha relación con el resto de las Secciones de la AEC, que abarcan las diferentes áreas de capacitación específica que componen la especialidad de Cirugía General y Digestiva. Es también un interlocutor activo con el Ministerio de Sanidad para numerosos proyectos, como del “Compromiso de Calidad de las Sociedades Científicas”, que pretende disminuir la práctica de actuaciones médicas no respaldadas por la evidencia científica y promover las prácticas seguras en el entorno quirúrgico.

La nueva edición de la “Guía de Gestión Clínica en Cirugía” consta de 8 secciones y 31 capítulos y desglosa los pilares básicos de la gestión clínica en una unidad o servicio de Cirugía General y Digestiva:
- Los recursos sanitarios (estructurales, materiales y de personal), que se analizan por separado en la Sección II. En tres capítulos se estudian aspectos de vital interés, como reducción de camas de agudos, el incremento de procedimientos ambulatorios y hospitalización domiciliaria, el desarrollo e implantación de la cirugía mínimamente invasiva, la incorporación de nuevas tecnologías y la readaptación de los recursos de personal a los cambios en la demanda asistencial.

- La organización de la actividad (asistencial, docente y de investigación), de la que se ocupa la Sección III, durante 8 capítulos. En ellos se describe la metodología para elaboración de un plan estratégico que permita, a las diferentes unidades de cirugía, tanto definir y alcanzar los objetivos planteados, como mantener una línea de mejora continua que revierta en la satisfacción de las necesidades de la población atendida. En esta sección se analizan, entre otros, la organización por unidades de patología (la sub-especialización “eficiente”), la gestión por procesos, la elaboración de guías y vías clínicas, la gestión de listas de espera quirúrgicas y el desarrollo de la actividad docente e investigadora.
                                                                                       
- Los sistemas de Información, la gestión de la calidad y la seguridad clínica ocupan la Sección IV de la guía y ocupan 4 capítulos en los que se estudia el almacenamiento, búsqueda y transmisión de datos como soporte para la toma de decisiones, los modelos de mejora continua (ISO y EFQM), se desarrolla una dimensión clave de la calidad asistencial, la seguridad del paciente, concretamente en el ámbito de la cirugía, mediante el programa “la cirugía segura salva vidas” y se analiza todo lo referente a la gestión de personal.

- Las herramientas necesarias para la gestión (indicadores, bases económicas y marketing sanitario) son tratadas en la Sección VI. Hay un capítulo dedicado específicamente a indicadores y su utilidad, otro a las bases económicas de la gestión clínica, dos dedicados a bases estadísticas para la gestión y otro dedicado exclusivamente a Benchmarking y marketing en cirugía.

El resto de las secciones abarcan aspectos muy interesantes. La Sección V analiza la perspectiva del paciente: calidad de vida, calidad percibida, aspectos legales e incluso temas más puntuales, pero no por ellos de menor calado, como la comunicación de malas noticias, muerte digna o la perspectiva del paciente ante el trasplante. La sección VII se centra en el profesional, especialmente en el cirujano, con capítulos dedicados al liderazgo y motivación (e incluso un apartado dedicado al Burn-out), a la formación continuada y a algo tan controvertido y poco contemplado en la literatura médica como los conflictos de intereses y la relación con la industria biomédica. Finalmente, la Sección VIII, incluye un capítulo dedicado a la búsqueda de información científica y la práctica clínica basada en la evidencia y otro dedicado a la evaluación de nuevas tecnologías sanitarias.
 
La importancia de la gestión clínica en la actividad hospitalaria es un hecho que
actualmente nadie cuestiona. Es más, el contexto socioeconómico actual hace que la eficiencia en la gestión clínica posea una relevancia extraordinaria. Forma parte de la labor del cirujano el conocer la limitación de los recursos sanitarios, así como las consecuencias económicas de las decisiones clínicas que toma. En el entorno quirúrgico, una actitud racional y con criterios científicos, con el paciente como única prioridad, aplicada a indicaciones, técnicas quirúrgicas y la utilización de materiales o aparataje, es el soporte más sólido para una asistencia sanitaria eficaz y eficiente. Por todo ello, se hacía necesaria una guía que permitiera soslayar la tradicional falta de formación en gestión de los profesionales sanitarios en general y de los cirujanos en particular. La especial adaptación de esta guía al entorno concreto de la Cirugía General y Digestiva la hace, bajo mi punto de vista, imprescindible para el cirujano actual.

Bibliografía.
Aguiló Lucía J, Soria Aledo V. Gestión Clínica en Cirugía.  2ª Edición. Madrid 2016: Aran Ediciones;2016.
Ruiz López P, Alcalde Escribano J, Landa García JI. Gestión Clínica en Cirugía.  1ª Edición. Madrid 2005: Aran Ediciones;2005.




Un tópico: ¿El líder nace o se hace?

¿El líder nace o se hace? ¿Qué características ha de tener un directivo para convertirse en líder? ¿Ha de ser un súper hombre o una súper mujer? ¿Cómo influye un buen directivo en sus empresas?… Todas ellas son preguntas que continuamente se realizan en el ámbito académico o en el ámbito empresarial y, que aún hoy en día siguen sin estar bien definidas o respondidas. De hecho, existen distintos puntos de vista y tendencias.

                                                                  Fuente: trabajoglobal.org

Por eso me gustaría repasar aquí con vosotros los 4 estilos de liderazgo que propone Lara Olmo en /http://www.ticbeat.com/cyborgcultura/los-4-estilos-de-liderazgo-cual-es-el-tuyo/
 “El emprendedor clásico
El emprendedor clásico es ese líder capaz de lograr más cosas con menos recursos que el resto. Variables como los costes, la calidad, los márgenes de beneficios y el ahorro son las únicas métricas que le preocupan. Su objetivo principal es desarrollar productos y empresas que den la sorpresa en el mercado.
El misionero moderno
Más allá del éxito empresarial, a este tipo de líder le preocupa aportar algo a la sociedad y dejar huella en ella. Para él prevalecen los valores de la empresa y el equipo humano sobre el beneficio económico (que también es relevante, pero no tanto). Por eso están más predispuestos a asumir riesgos que los emprendedores clásicos.
El solucionador de problemas
Por encima de todo cree en el valor y el poder que otorga la experiencia. No duda de que las tecnologías disruptivas y la innovación puedan ayudar a redefinir modelos de negocio y a identificar oportunidades, pero lo que realmente sirve para pronosticar si algo funcionará es lo que nos enseñan las experiencias pasadas.
El que busca soluciones diferentes
Este estilo de liderazgo es el que ejercen aquellos directivos o responsables que intentan dar con soluciones y propuestas originales y diferenciadoras. No es que se desentiendan de sus responsabilidades, pero están convencidos de que el éxito de la empresa depende del trabajo y la aportación de todo el equipo. Es el tipo de líder que deja libertad de actuación y es humilde, aunque no por ello menos ambicioso.”

No cabe duda que podíamos estar discutiendo durante horas, pero de lo que sí que estamos convencidos es que un liderazgo adecuado hace que las personas en las organizaciones estén más satisfechas, se impliquen más en sus tareas, mejoren las relaciones interpersonales… y como consecuencia mejore el desempeño organizacional y la calidad de los servicios y productos ofrecidos. En este sentido, las organizaciones tienen que asegurar una comunicación efectiva, consciente e intencionada, a fin de lograr entre sus miembros respuestas satisfactorias, tomando en cuenta que el ser humano experimenta muchas emociones, las cuales se manifiestan en mayor cantidad en su rostro.

El liderazgo es uno de los procesos de mayor importancia en la vida de cualquier grupo humano; ejerce gran influencia sobre las actividades que realizan los individuos, la manera de lograr objetivos en determinadas situaciones. Al respecto, Robbins, (2004), establece "es la habilidad para influir en un grupo y lograr la realización de metas" (p. 413).

Que las empresas tengan en sus “filas” buenos directivos es fundamental, pero desde mi  punto de vista han de ir un poco más allá. Esos directivos deben de tener la capacidad de hacer que las personas se motiven, se impliquen, puedan desarrollarse y realizarse dentro del seno de las organizaciones que ocupan. Así de esta manera conseguiremos personal preocupado por nuestras empresas, identificados por las mismas y que tomen decisiones de calidad.

En definitiva, el líder nace o se hace. Pienso que existen directivos que tienen estas características de un modo  más desarrollado de manera innata, pero es incuestionable que estas competencias pueden entrenarse y desarrollarse tanto en programas de entrenamiento como en la práctica diaria. Uno puede elegir y desarrollar los estilos y habilidades de liderazgo mediante la auto-evaluación de las tendencias y talentos personales; comprendiendo las necesidades de la organización o iniciativa; observando a otros líderes y encontrando a un mentor; confiando en uno mismo, y estando preparado para el cambio.

Por todo ello, cada vez más se conoce la necesidad de entrenar dichas competencias de liderazgo para mejorar a los directivos y, conseguir, estructuras organizacionales más sólidas en el futuro que consigan un mejor rendimiento.

Referencias
Robbins, S. (2004), Comportamiento Organizacional. Décima Edición México Pearson.

lunes, 13 de marzo de 2017

EL 8M, UN DÍA PARA LA REIVINDICACIÓN EN LA DIRECCIÓN

Acabamos de conmemorar el Día Internacional de las Mujeres. Un 8 de marzo de actividades, manifestaciones y declaraciones institucionales que han ocupado los grandes titulares en los medios: “Debemos empoderar a las mujeres, (...) mantener y potenciar acciones positivas que permitan a la mujer desempeñar puestos de decisión, no sólo en el ámbito político sino especialmente en otros como el social, económico y financiero”.  Así se proclama en la declaración del Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía de este año. Pero la mujer sigue estrellando sus aspiraciones contra el “techo de cristal”. La Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer demuestra que Ella está insuficientemente representada en puestos con responsabilidad de toma de decisiones y en campos como la ciencia y la tecnología. Las mujeres ocupan menos puestos de responsabilidad que los hombres. Paradójicamente, contamos con más universitarias, con mejores notas que los hombres, más preparadas y con mayor participación en acciones formativas.  

Más alumnas, más profesoras
Miremos a nuestro alrededor y, por un instante, guardemos debajo del pupitre los grandes estudios. Somos veintisiete los participantes del XXI Diploma de Especialización en Gestión Sanitaria, la mayoría absoluta reposa en ellas: el 55,5 por ciento. Subamos escalones y echemos un vistazo al nivel de participación del alumnado en la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP). Casi siete de cada diez participantes han sido mujeres, desde 2011 hasta 2015. Las memorias anuales de la EASP registran, en ese periodo, tan sólo una representación media del 32 por ciento de hombres.

El personal de la Escuela se caracteriza por una fuerte representación de femenina. En la dirección se cumple la paridad, dos hombres y tres mujeres. Las coordinación de las áreas de conocimiento está en manos de ellas, tres a uno. Es en las secretarías y el profesorado y equipo técnico donde el peso femenino es aplastante. Ocho de cada diez secretarías están en manos de mujeres, aunque la dirección corresponde a un varón. Y el 68 por ciento son profesoras. Sí son más los profesores asociados que profesoras; sólo tres de cada diez son asociadas.

La Dirección, en masculino
El cerebro y el sistema nervioso del Sistema de Salud Público de Andalucía se escriben en masculino. Son los hombres quienes ocupan los puestos de responsabilidad de las direcciones gerencias de los hospitales, las agencias y las áreas de gestión; a pesar de que, desde el punto de vista académico y formativo, es la mujer quien lidera estos ámbitos. El sesenta por ciento de esos puestos corresponden a los hombres. Al mando de los hospitales públicos andaluces más importantes están hombres, dieciséis de los veinticinco. Número que aumenta en las agencias públicas sanitarias, donde son el setenta y cinco por ciento (sólo una de las cuatro agencias la dirige una mujer). Y es en niveles más inferiores, las áreas de gestión sanitaria, donde las mujeres van ganando terreno con el cincuenta por ciento de los puestos.

Lo que son las cosas. El setenta por ciento del alumnado de la EASP es femenino; casi siete de cada diez profesores de la Escuela son mujeres; y sin embargo, siete de cada diez grandes hospitales está en manos del hombre. El Instituto Andaluz de la Mujer ha suscrito con la EASP un convenio de colaboración para realizar de manera conjunta actividades para promover la perspectiva de género en el ámbito de la salud pública. Incluye el desarrollo de acciones formativas en género dirigidas a profesionales de salud y bienestar, a personal científico y a la ciudadanía en general.

Me agarro a esa esperanza de la Igualdad de género que ofrece ese acuerdo, para destruir ese muro de cemento que impide avanzar muy tímidamente. Traduzcamos entre todos y todas la realidad natural en realidad estadística. Por salud, por justicia.

(Imagen: www.minuto30.com)

LA CONSULTA DEL DR. GOOGLE

Han pasado ya cinco años. Hace cinco años un titular del periódico “El País” (el 30 de julio de 2012) nos informaba de que “El Dr. Google abre su consulta”. Allá por aquellas fechas se informaba de que:


- Dos tercios de los pacientes “ya tienen otro referente”,
- Una encuesta del año 2011, realizada por el Observatorio Nacional de Telecomunicaciones (ONTSI) destacaba que el 30% de los usuarios consultaba internet antes de acudir a un profesional sanitario; un 55% lo hacían después.
- Este comportamiento era percibido como “muy favorable” por un miembro de La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFyC).

- Ya se apuntaba lo obvio: la falta de filtración de la información generada por internet. Y los expertos sugerían (y el 78,2% de los pacientes demandaban) una medida para minimizar este efecto: “prescribir” webs de información fiable”.


Según informaciones más recientes, una encuesta similar realizada por el mismo organismo en 2016, mostraba que “los usuarios de Internet que realizan consultas médicas por Internet en España han aumentado más de 20 puntos desde 2011”.

Afortunadamente, en el mismo estudio se informa de que “acudir al centro de salud sigue siendo la primera opción del 88,7% de los internautas españoles que, además, lo consideran como la medida más fiable, con un grado de confianza del 92%, para obtener información, más de 50 puntos por encima de la confianza online (38%)”.


A  día de hoy, si buscamos algo tan impactante, tan emotivo y tan complejo como “curación del cáncer”, la búsqueda, en Google, en 0,47 segundos, nos arroja un total de 1.010.000 resultados. Una “mala digestión” de toda esta información puede tener consecuencias muy negativas para paciente y familia. Recuerdo que hace algo más de una década, no era excesivamente infrecuente que algunos pacientes mostrasen reticencias a ser intervenidos vía laparoscópica, a pesar de que su cirujano se lo recomendase. Las razones solían ser que el paciente “tenía otro referente”, que solía ser un familiar, otro paciente e incluso el vecino… En tiempos más recientes, ese “otro referente”, el Dr. Google,  puede ser gigantesco, estar disponible 24 horas al día y 365 días al año y brindar respuestas inmediatas. No obstante, este referente puede ser muy beneficioso. Bien filtrada, bien orientada, la información siempre es de gran ayuda, vital para el paciente, importantísima para el profesional sanitario.



Quizá por ello, la visión de “tan peligroso aliado” supone para el profesional, una mezcla de aceptación y recelo. Internet, multiplicándose a sí mismo mediante las redes sociales, puede ser un canal para fomentar la relación médico-paciente a la vez que facilita la comprensión de diagnósticos y tratamientos por parte de los usuarios. Pero también puede ser un enemigo, una fuente de desinformación, de dudas injustificadas, de desconfianza sin fundamento, de decisiones desacertadas y de ansiedades innecesarias.

Por tanto, para consultar al Dr. Google, para obtener beneficio de sus consejos, debemos “explicarle bien la consulta”, o sea, intentar obtener la información de las fuentes más fiables (¿cómo saberlo?) y menos sesgadas (¿cómo saberlo?). Según el ONTSI, casi el 60% de los usuarios realizan consultas a “Otras web privadas” para obtener información sobre salud, si bien -y esto, creo, es positivo- alrededor de un 40% visitan Webs institucionales y Webs de publicaciones médicas.
Pero podríamos extendernos mucho más. Podríamos analizar nuevos fenómenos generados por el Dr. Google -no sabemos si anecdóticos ya que están escasamente analizados- como la llamada “Cibercondria” y toda la angustia innecesaria y desinformada que puede generar. O el llamado “Intrusismo del Dr. Google”, en el que los pacientes relacionan de forma equívoca términos médicos hallados en internet con su patología, generando distorsiones en su proceso terapéutico y en la relación con los profesionales sanitarios.


En definitiva, creo, se trata de un tema de impresionante calado, y para el que, después de casi 20 años de experiencia como cirujano, carezco de respuestas. Quizá el lastre de mi incorporación tardía a Internet y su mundo requiera que necesite formarme para encarar esta cuestión. Hasta el momento, solo se que es un tema que me preocupa, a la vez que me apasiona.

Una de las preguntas del Examen MIR (Médico Interno Residente) 2016, se refería a si los médicos debían aceptar o no a los pacientes como amigos en las redes sociales. La respuesta correcta era «no» pero, lo reconozco, no se si sería la acertada a día de hoy.