Pues sí, es así! Pura y llanamente…
Desde que comencé mi andadura en esto de
la gestión de cuidados hace tan sólo dos años, el sentir de cada
uno de mis días es estar al borde del precipicio, entre la espada y
la pared, en resumen: ¡¡¡al borde de un ataque de nervios!!!
No lo puedo negar, soy de esencia
nerviosa, pero esto del “efecto sándwich” pasa factura a todo
hijo de vecino. Siempre en medio de todo conflicto:
médicos-enfermeros, enfermeros-pacientes, enfermeros-
auxiliares-celadores, enfermeros-dirección de enfermería...y ¡con
una sonrisa! “Coordinadores de conflictos”, sería más acertado…
Volviendo a la realidad y dejando de lado
la ironía, está claro que nuestro día a día como gestores
requiere de unas habilidades muy alejadas de las que inicialmente nos
enseñaron en nuestra época de estudiantes universitarios.
No hablo de aspectos asistenciales (que
también) sino de aquellas habilidades necesarias para gestionar
personas y equipos, y por ende conflictos. Todo depende del paradigma
en el que queramos basarnos.
Hace unos días leí una entrada de un
blog que me hizo recapacitar: “Gerencia
de la Felicidad: Un nuevo paradigma en Relaciones Humanas”.
Como no podía ser de otra forma nos habla de liderazgo,
participación, conciliación, y sentido del trabajo pero desde una
perspectiva algo diferente:
“innovar liderando
el talento para generar una experiencia de trabajo maravillosa” Es un
pasito más a la motivación.
Implicación del equipo en
grado máximo.
Me
sentí totalmente identificada. Resume
en una entrada lo que podría
llamarse coloquialmente “gestión
con buenrollismo”. Me hizo
recordar mis inicios como enfermera en la UCI, cuando todas las horas
de trabajo eran pocas. Nunca me cansaba, sedienta de aprender. Y ahí
estaba mi supervisor (como se llamaba antes…) siempre agradable, a
la escucha e implicado con mis problemas. Sí! Era así! Lo juro! Fue
una figura que me marcó el resto de mi trayectoria profesional, y
cuando posteriormente me ofrecieron unirme al “lado
oscuro” de la gestión, intenté seguir su modelo.
He de
reconocer que en la primera unidad donde lo puse en práctica fallé
estrepitosamente. Por falta de experiencia o por falta de medios, aún
no lo tengo claro, pero sin
el efecto deseado.
Este
fracaso no me hizo desistir.
Creo firmemente que es la línea a seguir. Ahora
contraataco porque he dado con el caldo de cultivo idóneo: un grupo
cohesionado y motivado. ¡Me lo están poniendo en bandeja! Me
recuerda enormemente al de mis inicios, pero mi rol ahora es
distinto. El momento
temporal y económico no se le acerca ni de lejos: antes éramos
ricos y nadábamos en la abundancia. Y no lo vamos a negar, eso ayuda
¡y mucho! Como dice el refrán: “las penas con pan son menos”.
Es un
reto, no cabe duda. Es el
momento de aplicar lo aprendido y seguir formándome en ese camino
que veo claro: la gestión de equipos
y la gestión de personas
desde una perspectiva muy
particular, “La gerencia de la Felicidad”
Pues si, no es fácil estar en medio, aunque viéndolo de forma positiva lo del medio es la parte esencial del sándwich.
ResponderEliminarCreo que no todos los profesionales de base servirían para ser cargo intermedio, ni todo alto cargo tampoco. Pero esta lucha contracorriente que liberamos día a día es la que nos hace crecer y se convierte en caldo de cultivo para formar a grandes líderes, creo que sería la mejor recompensa de nuestro trabajo conseguir ser un LIDER.
Como dices tienen que darse las condiciones idóneas.
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